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MOZART: EL AMADO DE DIOS

por Jorge Smith 

“E questo medico vale un Perú”
Mozart, “Cosi fan tutte”

La presentación de la obra "Amadeus" de Peter Shaffer, que podemos disfrutar actualmente en Lima es verdaderamente excelente. Quizás demasiado extensa para los gustos modernos o postmodernos que buscan más bien lo breve y conciso, para no abandonar la ociosidad mental imperante. Es cierto también que a contracorriente de lo que ocurre en el teatro actual, las cosas no son simplemente sugeridas sino más bien explayadas reiterativamente una y otra vez. Una decoración minimalista, con un abrumador triangulo masónico como fondo son el decorado permanente. Atinadamente ese escenario limpio nos permite concentrarnos sobre la obra misma, lo que dicen los personajes y sobre todo lo que ocurre entre ellos.
Gracias sobre todo a ese extraordinario actor que es Bruno Odar interpretando a Salieri, las tres horas de escena se pasan fluidamente. La interpretación de Mozart por parte de Gian Piero Díaz es a nuestro gusto demasiado quejosa y hasta suplicante sobre todo en el segundo acto y en sus momentos de euforia acompaña sus palabras con el sonsonete de una sonrisa muy infantil que termina siendo incomprensible y burlona y hasta fuera de contexto. Esa sonrisa prestada al Mozart del film de Milos Forman, parece a veces fuera de lugar, pues no entendemos efecto de que causa es. El actor sin embargo nos diseña un personaje creíble y en las semanas que quedan sin duda el personaje irá cuajando mejor. El teatro es muchas veces el arte de transmitir una ambigüedad y en eso quien representa a Salieri lo logra, cambiando camaleónicamente de una actitud explícitamente cortesana a esos monólogos plenos de lúcidez dolorosa en muchos instantes, pues hay la conciencia de coexistir con un genio como Mozart, a quién en la obra teatral evoluciona es cierto, pero cuya persona tiene una envoltura terrestre bastante sencillona y cuyo comportamiento es a veces, hasta vulgar. Cabe anotar que si bién, en la vida real Mozart no tuvo esa risa chillona y algo histérica, lo que si tuvo fue un vocabulario bastante obsceno y procaz y de eso dan pleno testimonio muchos de sus contemporáneos. Eso le venía en mucho a Mozart por parte de su madre, María Anna la cual tenía un vocabulario muy florido, de lo cual hay evidencias escritas en cartas dirigidas por ella a su esposo Leopoldo, el padre de Mozart. Eran pues muy lisurientos los Mozart. Incluso en sus cartas de juventud a su prima Basle, dicho vocabulario y la temática escatólógica toma proporciones delirantes, pero al mismo tiempo Mozart nunca deja de transmitir, esa especial y a veces ingenua sensibilidad tan propia a el, esa dulzura mozartiana. 
En las cartas a su padre, más bien no hay un ápice de vulgaridad, allí aparece el otro Mozart, siempre preocupado por asuntos profesionales, hablándole sobre la composición de sus obras y la posibilidad de ejecutarlas pero también hay esa permanente preocupación por el destino y por la muerte.
Aquél hombre de quién el sabio Goethe dijo que fue el más capaz, de traducir en sus composiciones la esencia de lo humano, fue un ser realmente especial, con esa sensibilidad a flor de piel que sus obras transmiten. Su mismo amor por Constanza, que fue el motor inspirador de muchas de sus obras nunca decayó. Ella lo comprendía y lo complementaba bien, dándole la paz que el quería y desesperadamente necesitaba pues con ella llevaba una vida que lo ventilaba de lo que era para Mozart casi el pan de cada día: sus a veces apremiantes necesidades de dinero, las intrigas de la corte y de las pequeñas mezquindades y celos que nunca dejaron de haber en el medio artístico, sobre todo musical y más aún en Viena. 
La preocupación por la salud de Constanza, por su apariencia y hasta de su comportamiento social, eran algo casi obsesivo en Mozart. En dos cartas a casi diez años de distancia, en una dirigida a su padre nos muestra la percepción que Mozart tenía de ella y en la otra dirigida a Constanza percibimos esa ternura que había en su relación hacia ella.
Antes de casarse, le escribe a su padre Leopoldo Mozart sobre ella, el 15 de diciembre de 1781: 

"No es fea, pero esta lejos de ser hermosa. Toda su belleza consiste en dos ojitos negros y una bonita figura. No tiene gracia, pero sí suficiente sentido común que le permitirá cumplir sus obligaciones de mujer y madre. Sabe como llevar la casa y tiene el mejor corazón del mundo."

El 16 de Abril de 1789, cuando Constanza se encontraba en Baden por razones de salud Mozart le escribe:

"Queridísima mujercita, tengo un montón de cosas que pedirte:
1. Por favor, no estés triste.
2. Cuida de tu salud y no te fíes del aire primaveral.
3. No salgas sola a pie y, preferiblemente no salgas a pie en ningún caso;
4. Has de estar segura mi amor; no te he escrito ni una sola carta sin haber
colocado tu querido retrato frente a mí;
5. Por favor, compórtate teniendo en cuenta, no sólo tu honor y el mío, sino
también las apariencias."

Es importante dejar en claro el tema de Constanza para comprender mejor el rol que esta juega en la obra de Shaffer. Hay pocas mujeres en la historia que han sido tratadas con mayor injusticia que ella. Definitivamente, ella no fue la mujercita sensiblera, superficial, insensible y hasta indolente que nos queda de Constanza después de ver la obra de Shaffer o el film de Forman. La promiscuidad del mundo del arte le dio sin duda a Mozart la posibilidad de tener múltiples amantes, pero el nunca dejo de ser leal al amor que siempre le tuvo a la buena Constanza. 
Nadie sin duda en el mundo del arte, tuvo en la forma mas premonitoria y llevó con mayor justicia el nombre de Amadeus, el amado por dios, que Wolfgang Amadeus Mozart. En sus cortos 35 años nos dejó un legado verdaderamente torrencial, excesivo y al mismo tiempo desconcertante y de alguna manera incomprensible. En la medida que la música siempre la podemos experimentar a tiempo real, descubrimos que su creatividad melódica es inagotable, en cualquier género, instrumental u operístico. Cuando sabemos además que toda su obra fue realizada muchas veces en condiciones adversas, físicamente incómodas por los permanentes viajes que como intérprete hacía en su juventud y luego, en su corta madurez, en medio de múltiples carencias, económicas u otras y una precaria salud, el personaje Mozart, más allá del artista, como ser humano nos sorprende y nos conmueve aún más.
Alguien así no podía evidentemente pasar desapercibido por sus contemporáneos, y alguien como él, era objeto de pasiones y admiración por parte de su entorno y también muchas veces de envidia y recelo por parte de sus colegas compositores. Llevado a situaciones extremas este tema es de lo cual trata la obra "Amadeus" de Peter Shaffer. El se plantea lo que fue sin duda el caso de Salieri y algunos otros, que no podían comprender y menos aún aceptar el hecho que dios hubiese escogido para manifestarse, y elegirlo como su divino instrumento, su medium en la tierra, a alguien como Mozart. El compositor, era definitivamente un ser especial. Un ser a veces grotesco y extravagante, irreverente y hasta acaso ofensivo como lo evidencia la pieza teatral de Shaffer y en forma también algo desmedida el film de Forman sobre Amadeus.
Para Shaffer, la asociación de la genialidad con alguna forma de locura, o la manifestación de lo divino no le eran extranjeras en algunas de sus obras anteriores. En "Equus" y "La cacería real del sol" ya hay esta inquietud. En "Equus" busca encontrar en un adolescente que esta al borde de lo patológico , una especie de manifestación de lo divino, de lo cual quien lo encarna no es conciente. En la otra obra que ocurre en Perú y trata curiosamente de la relación entre Pizarro y Atahualpa, el tema es la búsqueda restitutoria de Pizarro al tomar conciencia de haber hecho matar a un ser considerado divino como el Inca Atahualpa. Una especie de culpabilidad flotante en el alma atormentada del conquistador Pizarro se convierte en el dínamo de una búsqueda espiritual. Al escéptico Shaffer le fascina que muchas veces la belleza pueda aparecer o refugiarse en la anormalidad y va a veces hasta más lejos asociando la fealdad a la normalidad. Para el dramaturgo, el loco, el anormal o el marginal pueden a veces ser depositarios de por lo menos un ápice de lo divino, mientras que el descubre que en la cuadriculada normalidad del mundo moderno, la regla es la carencia de inspiración, la ausencia de una creatividad que al inicio puede parecer transgesora o capaz de crear verdaderos mundos que se contienen a sí mismos como el universo mozartiano.
La obra "Amadeus" trata justamente sobre esa especie de "natural envidia" que cualquier humano puede sentir por el otro, por el genial o el talentoso, que sin los méritos del caso acceda a un puesto, reciba un reconocimiento o pueda dar muestras de habilidad extrema en cualquier arte, disciplina intelectual o deportiva sin hacer el mayor esfuerzo. Lo que a veces incluso es molestoso del talentoso o del genial es esa especie de indiferencia a los esfuerzos que hacen el común de los mortales para lograr lo mismo pero basándose en una disciplina y regularidad casi burocrática, como lo era de alguna manera el caso de Salieri. Este último fue un músico excelente, talentoso sin ser genial y su obra muy prolífica pues escribió más de cuarenta óperas. Fue músico de la corte durante 50 años, por lo mismo con trabajo fijo y con excelente salario. Su tragedia fue que fue contemporáneo del más genial compositor y el como músico y artista comprendía mejor que nadie la genialidad de Mozart. Era natural que su aparición lo hiciese suponer que el piso se le podía mover, pero fue siempre injusto suponer como pretende el mito que se creó sobre Salieri que estuviese compitiendo contra la obra y la genialidad de Mozart. Mas aún que hubiese sido el presunto homicida del compositor, envenenándolo. Para el metódico compositor y creyente piadoso que era Salieri, la existencia de Mozart era algo así como un escándalo. Mozart era alguien muy espontáneo y en su comportamiento muchas veces tosco como un elefante caminando en medio de una vidriería y por lo mismo no encajaba facilmente con la solemnidad de los modales de la vida de la corte, llena de formalismos y posturas acartonadas. En eso se diferenciaba diametralmente de Salieri, que era el ejemplo mismo del músico cortesano. Salieri tuvo además la mala suerte que solo cinco años después de su muerte el genial poeta ruso Pushkin, escribiese una pequeña obra en 1830, "Salieri y Mozart" en la cual conversan alrededor de una garrafa de vino ambos compositores y donde por momentos parece haber un hálito homicida en la conciencia del compositor italiano cuando reflexiona para sí, mientras conversa con Mozart. A Salieri en esa pequeña joya teatral del inspirado poeta ruso lo embarga una mezcla de admiración y cólera de que Mozart no sea conciente de su propia genialidad, por el poco o nulo esfuerzo que le toma componer tan rápido y tan bien. En un momento Salieri le dice a Mozart,
"Eres un dios y ni siquiera te das cuenta". 

Por lo mismo para el italiano, su pleito más que contra Mozart era con dios por haber dotado de genio a Mozart y no a él, quien creía merecerlo. Años después en 1898, el compositor ruso Rimsky Korsakov, escribió una pequeña ópera de un acto sobre la pieza en verso de Pushkin. Esas obras contribuyeron también a crear la leyenda que Salieri había envenenado a Mozart, creando un fatal prejuicio en la posteridad sobre Salieri 
El talento de la obra de Shaffer es plantearnos también la inusual paradoja de sí el genio puede ser compatible o coexistir con la vulgaridad, una permanente obscenidad en el lenguaje y una actitud bufonesca. Mozart combinaba inexplicablemente genio y desfachatez en grado sumo y en eso también la buena Constanza era su permanente cómplice. Se sabe por los testimonios de los que los conocieron que en sus diálogos habían múltiples lisuras, maldiciones e irreverencias y eso lo encontramos también en la profusa correspondencia entre los dos, donde lo obsceno cunde por doquier. Tal actitud Mozart la acarreaba desde su más temprana juventud y las cartas a su prima Basle, quien parece fue su primer amor, redundan en una temática y un vocabulario verdaderamente escatológico y del cual se podría hacer hasta una breve antología. Pedos, heces, orinar y defecar son palabras que vuelven insistentemente en las cartas dirigidas al primer y al último amor de su vida, a Basle y a Constanza. 
Es cierto que en otros creadores geniales la misma temática escatológica es también persistente. En el griego Aristófanes por ejemplo, pero también en Swift, el autor de "Gulliver" y es vocabulario común de los personajes Gargantua y Pantagruel, productos del genio de Rabelais. 
La increíble masa informativa publicada en ocasión del 250 aniversario del nacimiento de Mozart, hace dos años, entre las cuales la casi totalidad de su correspondencia existente y aquella de sus contemporáneos en las cuales lo citan, ha permitido comprender mejor la verdad histórica en relación a algunos personajes de la obra "Amadeus", sobre todo Salieri, que sale muy mal parado tanto en la obra teatral como en el film, sin dejar de ser de alguna manera el personaje principal de ambos. En ambos casos se produce una transformación en el personaje, pues pasa de ser de mezquino y envidioso a alguien que de alguna manera se redime curiosa y paradójicamente porque el más que nadie tiene un acceso privilegiado a comprender la magnitud del genio de Mozart, la infinita y etérea belleza de sus obras. Aquello lo demuestra con maestría incomparable Shaffer, en la parte de la obra cuando Salieri observa los manuscritos inéditos que le trae Constanza.
Mozart y Salieri, en la vida real sin ser realmente amigos, estaban obligados a frecuentarse con alguna regularidad. Que Salieri hubiese preferido a otros músicos antes que Mozart para darle clases de piano o violín a jovencitas de la nobleza, el cual era en prioridad un trabajo que se le ofrecía al mismo Salieri es sin duda cierto, pero de allí a pensar que Salieri estuviese maquinando siempre contra Mozart o su obra hay un gran trecho. Lo que ocurre es que Salieri era un hombre preocupado también por la puesta en escena de sus propias obras, sus óperas sobre todo y de allí la idea que hubiese querido crear trabas para la presentación de "Le nozze di Figaro" y de alguna manera también de "Cosí fan tutte". De aquello si tenemos por lo menos una evidencia en una correspondencia dirigida a su buen amigo y prestamista en los momentos económicamente difíciles de Mozart. El le escribe a Michael Puchberg el 29 de diciembre de 1789:

"Ya le hablaré de las intrigas de Salieri, que, en cualquier caso, no han llegado a nada."

Salieri, como hemos dicho estaba en un posición privilegiada para comprender el genio de Mozart y este sabía que en muchos casos para la presentación de sus obras podía contar con la presencia del compositor de la corte. Así, a solo siete semanas antes de su muerte, sabemos gracias a una carta que Mozart invitó a Salieri y su amante, la cantante Catarina Cavalieri a una presentación de "La Flauta Mágica" y Mozart quedo colmado por los halagos que le hicieron ambos después de la presentación.
Mozart le escribe a Constanza el 14 de octubre de 1791:

"No puedes imaginar lo amables que fueron los dos, cuánto les gustó no solo mi música, sino el libreto y todo lo demás. Ambos dijeron que era una gran ópera, digna de presentarse en el festejo que se diese al monarca más importante, y que sin duda la verían a menudo, pues nunca habían asistido a una presentación tan hermosa y agradable. El (Salieri) estuvo escuchando y mirando con toda atención, y no hubo ni un pasaje, desde la Obertura hasta el último coro, que no le arrancara un bravo o un bello..." 

Nadie escribe algo así de quien hubiese sido un enemigo a solo siete semanas de morir. Salieri, no fue un monstruo, incluso al morir el genio, dejo un hijo que tenía solo cinco meses, Franz Xaver, que en su infancia fue considerado un niño prodigio como su padre y a los once años ya había escrito un quinteto para piano. Constanze se encargo que su profesor de música fuese nada menos que Salieri. Constanza sobrevivió a Mozart 51 largos años. Se volvió a casar pero debe haber sido muy difícil cargar tal viudez. Hay una foto tomada en 1840 , en la cual ella aparece. Quien imaginaría que aquella mujer sentada en un extremo, con la mirada un poco ausente, fue la mujer que tuvo el privilegio absoluto de haber sido la amada de Amadeus, el amado de dios.

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